Muerte Repentina
Entonces estaba muerto. Pero caminando hacia un par de pantalones rotos llenos de tierra que era lo único que podía ponerme. Pero de repente me vino a visitar una persona a consolarme. Yo estaba muy nervioso. Entonces en un gran televisor salían preguntas y yo debía responder. Muy bien, muy bien. Decía alguien delante del televisor donde aparecían mis respuestas. Preguntas de la vida en general. Pero mi mente viajaba por el tiempo vivido, recordando a mi hermano de viejo con la cara hinchada por una picadura de pulga. Recordé una de las tantas veces que fui al supermercado a comprar un reproductor de CD.
Y estaba muerto de verdad y dije: mamá estoy muerto. Y vino mi madre a acariciar mis manos y a decirme: tu no puedes morir, la vida continúa de otra forma.
Entonces me vi envuelto en una historia nueva... Donde había un niño por nacer, pero el moría antes de salir a la vida. Yo corría con el cuerpo del niño que parecía un muñeco de algodón y lana hacia las enfermeras. Hasta que el cuerpo se descomponia. Las enfermeras decían que algo raro había ocurrido para que terminará así. Algún tipo de químico maligno. Entonces aparecí en aquella casa de donde había supuestamente salido el niño por nacer. Allí, estaban otros muertos por lo que podía ver. Una figura en blanco y negro en una esquina, otras dos personas charlando que parecían vivas. Sin embargo una de esas dos personas miraba hacia donde yo estaba y me hacía dudar si podía verme o no. Era una casa muy lujosa por lo que se podía ver, pero muy antigua en tiempo, parecía del año 1900.
Y mi cuerpo arrastrado como un pañuelo en el aire apareció en las vías del tren. Donde estaba la madre del niño. Corriendo desesperada. Hasta que pasó el tren y ella quedó del otro lado y yo de este. Me anime a atravesar el tren y ya dentro del mismo vi más muertos que me hablaban. Diciéndome: te pareces a nosotros, hay algo que no estas viendo, me parece... Solo me hacen perder el tiempo, les dije.
Entonces mirándome al espejo en una habitación oscura miré mi nuevo rostro. Ya era grande y por lo que pude saber era el padre del niño.
¿Ves? Siempre hay historias nuevas que contar, me decía la escritora. Tu eres una de mis creaciones por eso no puedes morir.
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