Más lento que la luz

 Mueren los árboles en el sinfín. Despiertan sus sombras en cada rugir de los truenos. Adelante no hay nada más. Solo el olvido. Juegan las luces ya en otro paralelo y reflejan las mismas cosas que ya vimos. El aburrimiento es el mismo que en el espejo más rápido que la luz. Sólo que más lento. Destiñen los trapos su viejo color y arrugan sus tímidas horas. Sin comprender. Sin señal mi máquina de escribir es un lamento olvidado. Igual que cada vez que mi alma fue rumbo al cielo a cantar en el paraíso con ángeles de viento. Cayendo a la tierra y fundiéndose en el infinito.

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